viernes, 12 de julio de 2013

Pérdida de tiempo deliberada (II)

Cuando las cosas se juntan...

  1. Lo gacho que puede ser el comportamiento humano. Se, desde hace algún tiempo, que la amabilidad y sinceridad para con otras personas no necesariamente (y, tal vez, casi nunca) es retribuída, pero aún así me sorprende qué tan canija puede ser la gente. Por supuesto, el mundo es leibniziano, y así como se manifiesta la iniquidad también se descubre dónde hay verdadera amistad. De todos modos, no deja de entristecerme.
  2. Tener un CI de 112 en la prueba WAIS III, un valor que si bien se puede argumentar está por encima de la media, está dentro de una desviación estándar de la misma. Por un lado, me reconforta que con eso me bastó para obtener un grado de doctor; pero, por otro, me hubiera gustado que el proceso para obtener el doctorado hubiera sido el doble de riguroso (y no digo que nadie se haya brincado nada, pero aún así :D).
  3. Siento un embotamiento mental, que no me deja trabajar.
  4. Apenas volví a ser consciente de la productividad de los matemáticos, analizada en un artículo de Jerrold Grossman aparecido en el Notices de la AMS de enero de 2005. Si mi producción debe ser proporcional a mi CI, entonces debo escribir entre 6 y 10 artículos antes de morir. Puesto que ya llevo 2, y si he de llegar a 10, y si vivo los 70 y pico años que anhelo por los datos del INEGI, entonces la inspiración me debe alcanzar para por lo menos un artículo cada 5 años. Si, como es mi deseo, deseo pertenecer al selecto grupo de los que escriben entre 21 y 50 artículos, debo ponerme a chambear duro para que sea un poquito más de uno por año. Ojalá...
  5. Hace como unos tres años inicié la composición de una mini-suite como música incidental para una obra de teatro que escribí uno o dos años antes. En el primer movimiento, apliqué la teoría de contrapunto para seis tonos, de mi tesis doctoral, para componer el acompañamiento armónico y parte de la melodía. Se la mostré al Dr. Guerino Mazzola, y me dijo que sonaba "como algo medieval y borracho", cuando mi intención era que tuviera un levísimo sabor africano.
  6. Después, transformé al contrapunto de la dicotomía jonia la "Pavana muy llana para tañer", de Diego Pisador. Al hacer el análisis de esta obra, encontré que es sumamente hermosa (pues su contrapunto es mucho muy riguroso), a pesar de que en algunos libros califican a Pisador como un músico mediocre. Le dí a escuchar el resultado al Dr. Mazzola, y calificó: "Muy bello. Menos trivial que el original. ¡Pero podría ser mucho más largo!". Chales. También un diamante, pero no por eso deja de ser bello, valioso y no trivial uno diminuto.